Mis poesías, mis cuentos, mis notas, mis etcéteras
tienen laringe y faringe, que duelen cuando las invade
lo colorado de la crudeza de otro invierno en el mismo
laburo,
tienen espasmos constantes pero creo que solo de noche, por
ahora se controla, aunque a veces deriva en otitis crónica al
oír la demagogia de algún
que otro poeta vitnik , claro
también sufren conjuntivitis al leer canalladas disfrazadas
de intelectualidad viral .
Mis poesías , mis cuentos, mis notas , mis etcétera tienen la
columna vertebral casi invertebrada de pasar horas sentados/as
en
el umbral de la cotidianeidad, esperando quizá no necesitar
los
lentes de contacto para ver más de cerca una acérrima gloria.
tienen la carótida hinchada de simular sonrisas
hacia
los egocéntricos creativos del “esto vale, pero le demos otra vuelta”.
Sus glándulas sudoríparas hacen estragos cuando son leídos,
sus cuerdas vocales se esbozan al tener que defenderse, pues la
tráquea
se endurece y los glóbulos rojos pasan a morados. Se constipan
y no salen por días , aunque los arte con activia. A veces se
les cierran
los pulmones de fumarse tanto critiqueiro.
Mis poesías, mis cuentos, mis notas, mis etcétera son de
sufrir el
estrés del epígrafe, y la ulcera lingüística.
Los psicólogos dicen que es el síndrome de la verborragia de
autor.
Por: Yael Crivisqui