Y de repente saltaron las tostadas,
ese salto
me llevo a estar viendo la película,
desde la pantalla, corría muy rápido
pero
las imágenes eran muy nítidas. Podía
observar bien cada acción, el olor a
quemado
despertaba justo el reflejo clave
para detenerme
allí ; claro así se veía mucho
mejor. Subía y bajaba
el volumen haciendo foco en algunos
gestos determinantes.
Iba comprendiendo mas, sentía un
alivio que desconocía.
Los silencios reflejaban escenas inéditas;
nadie estaba
interrumpiendo. Esta vez no era una
sinopsis, estaba completa
no hubo ningún reparo, me estaba
viendo y esta vez sin costo.
Estaba eligiendo el argumento, fue
claro. Entonces todo
duro unos segundos cuando por fin comprendí,
como
decía Shakespeare “ quizá quieras
interpretar el papel
durante un tiempo, para ver cómo te
sientes, pero
seguro que no para toda la vida”.