Me veo ingresando cuan déjà vu de los últimos 4 años,
a la cúspide de la poesía alimentaria. Su aroma es el
perfume
que Paris aun no ha podido inventar; quienes atienden allí
son 2 heroínas del madrugar, recitando siempre el mismo
verso
: “ cuatro no?” Como
si fuesen matemáticas visionarias.
Es un lugar de espacio reducido en el cual entran un montón
de caras con
gesticulaciones raras, pero al salir son todas
iguales, la satisfacción de un buen desayuno!
Pero la cuestion de esta secuencia es que el sabor
de su mejor prosa solo se puede degustar en mi ciudad.