Veni a comer lo llamo,
su viejita y por inercia
sus piernas en un santiamén
llegaron a la mesa, esa comida
un ritual que lo paraliza , que
lo sacraliza , que lo deja atónito casi
perplejo . Un manjar que inmortaliza
su vehemente admiración ante la dedicación
que tiene ella para darle una satisfacción
tan simple
como comer.