Lo difícil de toda esta cuestión de ser seres descartables, es lo que implica sobrellevar dicha cuestión. Porque nadie nos enseña a serlo, de hecho nadie nos enseña que lo somos.
A veces da tanto miedo y pudor hablarlo que se convierte en un tabú quizá como lo era el sexo para nuestros padres o abuelos. No se me da la sensación que no es un tema instalado y que admitirlo implica que te conviertas en alguien frívolo o demasiado violento para el mundo pero lo que no sabe el mundo es que admitirlo te da una sensibilidad tacita para afrontar las cosas de otra manera, te da la posibilidad de pedirle una tregua a la vida para que la caída tenga el resorte que te permita revotar y levantarte.
El hecho de que no seamos imprescindibles, afianza aun más nuestra capacidad de soñar porque es cuando nuestro motor cae en la cuenta que debe arrancar con nafta o gas, pero debe arrancar. Arrancar es la cuestión para sobrellevar el ser descartables.