Una vez conocí a un vendedor de fantasías,
estaba triste me contaba porque tuvo que
vivir el remate de trilladas anécdotas de
sexo ambulante.
Le dije entonces que más que escucharlo
no podía hacer, conmigo pierde el tiempo
no trate de venderme algo en lo q nunca
creí. El me respondió tambaleante no
se preocupe señorita yo ya no quiero vender
solo voy a jugar con el placer de contar no me
queda más.
Entonces brindamos con baylis,
el bar estaba repleto de incrédulos como yo
y de vendedores arruinados como él.