lunes, 10 de diciembre de 2012

En esa de escribir.




Hoy leía un fragmento del libro
“Ser escritor”  que dice: Todo escritor verdadero
es esencialmente un poeta. Ser poeta no significa
escribir en verso, ni el puro acto mecánico de versificar
garantiza la poesía. A esto yo le agregaría que
además el hecho de ser poeta no implica ser omnipresente,
intelectual o tener una excelente ortografía.
El poeta en su afán de transcribir lo que está viviendo,
en su afán de transcribir su concepción del mundo,
se arrebata y en ese arrebato se van las comas, los puntos,
las tildes, y alguna que otra letra.
Muchas veces esta desatención provocada por
la constante atención en formar una palabra que
quizá quede sin sentido o se vaya construyendo con
el correr del texto, acaba equivocamente siendo
tildada de “ poco literaria”. Pero y que me importa 
que así suene?
Si lo que te estoy tratando de contar es que cuando
una palabra queda muy justa, confortable, redonda
o como quieras llamarla termina perdiendo “ la frutillita
del postre” que vendría a ser el entre línea, lo que te capta,
lo que te deja carburando peor que undellorto”.
De chica vivía con todas mis hojas asi sean del colegio,
manuscritos o hasta originales con líneas de colores
que me atraían mucho por cierto,  en los márgenes.
Correcciones de todos los tamaños! Y aun así me encantaba
escribir , y le ponía mucho mas adrenalina mi imperfección.
Con el tiempo fui aprendiendo a quererme originalmente y
aprendí también a comprender las leyes de un negocio
convencional literata que te quiere correcto.
Entonces termine por encontrar un punto
de coincidencia con el verdadero
periodismo  que cuando se convierte en servicio público
cuando, más allá de los medios y de las herramientas utilizadas,
 los datos son contrastados, las historias son escritas y las noticias
son divulgadas para dar a conocer aquellas verdades incómodas,
verdades escondidas por poderes políticos y fácticos, verdades dolorosas
para el poder e, incluso, para una sociedad que, sin embargo,
 reclama honestidad”. (Citado de la sinopsis  del
El mundo de hoy uno de los últimos
libros de Ryszard Kapuscinski).