Hoy
leía un fragmento del libro
“Ser
escritor” que dice: “Todo escritor verdadero
es
esencialmente un poeta. Ser poeta no significa
escribir
en verso, ni el puro acto mecánico de versificar
garantiza
la poesía”. A esto yo le agregaría que
además el hecho de ser poeta no
implica ser omnipresente,
intelectual o tener una excelente ortografía.
El poeta en su afán de transcribir lo
que está viviendo,
en su afán de transcribir su concepción
del mundo,
se arrebata y en ese arrebato se van
las comas, los puntos,
las tildes, y alguna que otra letra.
Muchas veces esta desatención
provocada por
la constante atención en formar una
palabra que
quizá quede sin sentido o se vaya construyendo
con
el correr del texto, acaba equivocamente siendo
tildada de “ poco literaria”. Pero y que me importa
que así suene?
tildada de “ poco literaria”. Pero y que me importa
que así suene?
Si lo que te estoy tratando de contar
es que cuando
una palabra queda muy justa,
confortable, redonda
o como quieras llamarla termina perdiendo
“ la frutillita
del postre” que vendría a ser el
entre línea, lo que te capta,
lo que te deja carburando peor que un “dellorto”.
De chica vivía con todas mis hojas asi
sean del colegio,
manuscritos o hasta originales con líneas
de colores
que me atraían mucho por cierto, en los márgenes.
Correcciones de todos los tamaños! Y
aun así me encantaba
escribir , y le ponía mucho mas
adrenalina mi imperfección.
Con el tiempo fui aprendiendo a
quererme originalmente y
aprendí también a comprender las
leyes de un negocio
convencional literata que te quiere correcto.
Entonces termine por encontrar un punto
de coincidencia con el verdadero
periodismo que cuando “ se convierte en servicio público
cuando, más allá de los medios y de las herramientas utilizadas,
los datos son contrastados, las
historias son escritas y las noticias
son divulgadas para dar a conocer aquellas verdades incómodas,
verdades escondidas por poderes políticos y fácticos, verdades dolorosas
para el poder e, incluso, para una sociedad que, sin embargo,
reclama honestidad”. (Citado de la
sinopsis del
El
mundo de hoy uno de los últimos
libros de Ryszard Kapuscinski).